Dentro de
cinco días hará exactamente un año desde que cogí un avión y empecé eso que fue
la “aventura au pair”. Después de casi dos meses de vacaciones (las más largas
y más cortas de mi vida), ha llegado el momento de hacer la maleta otra vez,
aunque ahora sin billete de vuelta a corto plazo. Y tengo miedo, para qué
negarlo, pero no tanto como la primera vez porque en esta ocasión no me voy
sola.
Mi destino
esta vez no está Inglaterra y, no os voy a engañar, me da un poco de rabia y en
cuanto tenga curro y un fin de semana libre, allí me tenéis dando guerra.
En menos de
un mes mi nueva casa será Grenoble. El cambio a un país que no es angloparlante
me da cierta desconfianza. Tengo el francés un poco oxidado y no sé qué trabajo
podré encontrar allí. Me va a tocar volver a estudiar y, probablemente, aceptar
un trabajo que no me guste para poder sobrevivir. Pero por otro lado, quizá
vaya por fin a esquiar; puede que no tardando haya una pequeña bola de pelo
maullando por la casa que aún no tenemos; existe la remota posibilidad de que
encuentre un trabajo que me guste (un poco).
En menos de
un mes, volver a dejar (casi) todo atrás, volver a partir de cero entre
desconocidos, volver a echar de menos. Volver a empezar, como la vuelta al
cole. Y dará miedo y un poco de ansiedad, pero son más fuertes las ganas de
marchar que la tentación de quedarse.
La próxima
retransmisión será desde Francia. Deseadme suerte... o bonne chance como dicen
por allí.
-Blondy-
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