Welcome!

Empezamos de Au-Pairs y hemos seguido adelante.
Somos pocas pero nuestras quejas son múltiples.
Que estemos lejos no quiere decir que estemos contentas,a pesar de que somos conscientes de que podría ser mucho peor.
Si no te gusta tu curro pero sabes que encontrarás alguno donde encajar, éste es tu sitio.

martes, 18 de marzo de 2014

non stop

He tenido unas vacaciones muy refrescantes, para qué os voy a engañar.
Dejar el restaurante ha sido una decisión que, a veces digo arg, pero la mayor parte del tiempo digo, olé yo.

Ahora trabajo en casa. 
Oh sí, qué guay.

NO

¿Alguien se pensaba que podría dejar de quejarme? 
JA

Cuando me quiero sentar a trabajar, es la hora de hacer de comer. Y luego de comer. Ok, veré una serie para acompañar las lentejas, ay, voy a ver otro capítulo que se ha quedado tan interesante...Ay, ya son las seis, hora de merendar. Veré otra serie. Y, como que no quiere la cosa, ya es la hora de la cena, serie. Serie de después de cenar, dormir.

Y así.

Lo bueno, que no me despego del pijama.
Lo malo, que los kilos se me vuelven a pegar al culo.


Así que nada, ya mañana empiezo con el nuevo curro, y a ver qué nos depara Elvis.
  

-Nuyë-

martes, 4 de marzo de 2014

La cobradora del mandil.

Que si quieres días libres, que si tienes que trabajar más horas, que ven ahora, ven más tarde, puedes marcharte, tenías que haber llegado antes.
Pero ¿qué es eso de andar regalando mi valiosísimo tiempo?



Pues me voy y asunto zanjado.

Y esa satisfacción de que el jefe se encabrone exigiéndote un dinero que ha perdido por su puñetera culpa y mala gestión mientras tú le miras con media sonrisa esperando a que se le pase la bobada...,qué gustazo.

He dicho que no, y punto.

Y me quedan tres días para seguir quejándome de este puñetero trabajo y para empezar a quejarme del otro.

¿Os he contado ya que la semana pasada tuve que salir corriendo detrás de unos clientes que no habían pagado?
¡Cuánta emoción!

"¿Qué no hemos pagado?", dijeron observando el papelito que lo demostraba en mi mano. La devota esposa, empujando el carrito de un puñetero niño berreante, miraba a su marido que ya tenía un pie en la escalera mecánica. Frunciendo el ceño, el devoto esposo volvió hacia el restaurante, acordándose de toda la familia de la puñetera camarera que le había dejado en evidencia delante, no sólo de su familia, si no de todo el centro comercial. "Que sí he pagado".
"No, usted pagó la primera cuenta, no la segunda."
Y la devota esposa sacó bruscamente la cartera de la bolsita del bebé y casi le lanzó a la camarera las monedas de veinte puñeteros y cochinos peniques.

Puede que os preguntéis por qué me importa tanto si ya me voy a ir.
Y os lo voy a decir, porque muchos y muchas no habéis tenido la desgracia de escuchar mi puñetero discurso de primera mano.

Si hago un trabajo, lo hago bien, aunque lo odie a muerte. Aunque yo no sea más que una camarera, a mí nadie se me va sin pagar. 

Cojones.


Y ahí os quedáis.




-Nuyë-