Pero ¿qué es eso de andar regalando mi valiosísimo tiempo?
Pues me voy y asunto zanjado.
Y esa satisfacción de que el jefe se encabrone exigiéndote un dinero que ha perdido por su puñetera culpa y mala gestión mientras tú le miras con media sonrisa esperando a que se le pase la bobada...,qué gustazo.
He dicho que no, y punto.
Y me quedan tres días para seguir quejándome de este puñetero trabajo y para empezar a quejarme del otro.
¿Os he contado ya que la semana pasada tuve que salir corriendo detrás de unos clientes que no habían pagado?
¡Cuánta emoción!
"¿Qué no hemos pagado?", dijeron observando el papelito que lo demostraba en mi mano. La devota esposa, empujando el carrito de un puñetero niño berreante, miraba a su marido que ya tenía un pie en la escalera mecánica. Frunciendo el ceño, el devoto esposo volvió hacia el restaurante, acordándose de toda la familia de la puñetera camarera que le había dejado en evidencia delante, no sólo de su familia, si no de todo el centro comercial. "Que sí he pagado".
"No, usted pagó la primera cuenta, no la segunda."
Y la devota esposa sacó bruscamente la cartera de la bolsita del bebé y casi le lanzó a la camarera las monedas de veinte puñeteros y cochinos peniques.
Puede que os preguntéis por qué me importa tanto si ya me voy a ir.
Y os lo voy a decir, porque muchos y muchas no habéis tenido la desgracia de escuchar mi puñetero discurso de primera mano.
Si hago un trabajo, lo hago bien, aunque lo odie a muerte. Aunque yo no sea más que una camarera, a mí nadie se me va sin pagar.
Cojones.
Y ahí os quedáis.
-Nuyë-
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