Ha
pasado ya un mes desde que me instalé en Grenoble. Han sido días movidos: de
firmar contratos; de ir en busca de muebles de segunda mano; de madrugar por alquilar una furgoneta
para hacer la mudanza, recorrernos la ciudad, salirnos sin querer a la autovía...
También
hemos aprovechado para empezar a conocer las montañas de los alrededores y así
tener unas agujetas de morirse porque, para no haber hecho una ruta de montaña
nunca en mi vida, el primer día que nos ponemos a ello nos subimos hasta los
900 m. Así, como si nada.
¡Ah!
Y por fin me he apuntado al Pôle Emploi (el INEM de Francia). Y, aunque parecía
que iban a ser más competentes que sus colegas españoles, me equivocaba, por
supuesto. Me pasó todo lo pasable, vamos. Para empezar, mi “consejera” tuvo un
cortocircuito mental cuando vio en mi DNI que tengo, atención, dos apellidos. ¡DOS! ¡¿Qué
mundo de locos es éste?! Debió de pensar la señora. Pero vamos, viendo que
somos 300 en el grupo de españoles en
Grenoble en el caralibro, no creo que sea el primer caso que ve.
El caso es
que, una vez superado el susto inicial, la mujer empezó a rellenar mis datos y
mi falta de experiencia laboral. Parecía que todo iba bien, hasta que se empezó
a liar con el ordenador (la pava era una maestra de las nuevas tecnologías,vaya)
y de repente “petó” o eso dijo ella, o eso entendí yo, no sé. El caso es que me
dijo que me marchara porque tenía que volver a empezar y que ya lo hacía ella y
que me mandaría por email información y tal.
Por
supuesto sobra decir que a día de hoy, una semana y pico después, aún no he
recibido ni un mísero email.
Administrativos...
¡qué majos y eficientes son en todas partes!
-Blondy-
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