Después de hablar con una francesa de las oficinas que ha bajado al floor para demostrar lo inútil que es, llegué hasta la clienta que me vino con esa maravillosa frase.
A los clientes les gusta jugar a las adivinanzas, qué majos.
Total, que como la francesa no se aclaraba, me giré hacia la clienta.
-Is it for yourself? What size do you need?
No sé, creo que son preguntas normales, ¿no?
Pues no va la colega, me mira, se encoge de hombros y me dice "I don't know, my size?" y abre los brazos para dejarme claro que tengo que tener superpoderes y adivinar tallas. ¡Si no sé ni cuál es la mía!
Más tarde también una adorable madre me preguntó que, para su hija de dos años, qué talla de calcetines le iría mejor.
No sé, que igual dentro de mis skills como vendedora sí debería saberlo, no digo yo que no. Pero vamos, si no sabes la talla de tu propia hija, o la talla de tus camisetas, que creo yo que tendrías que mirártelo...
Al final he llegado a la conclusión que no sólo son los clientes de nuestra tienda, si no que el ser humano en su totalidad, cuando va de compras, se deja el cerebro aparcado a la entrada. Que somos todos y todas igual de idiotas y vamos dando tumbos por las tiendas poniéndo nerviosos y nerviosas a los assistants.
En cualquier caso, entramos en el último finde previo a la navidad, así que me estoy mentalizando para no protagonizar ninguna masacre festiva, deseadme suerte.
Veremos...
-Nuyë-
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