-Nuestros encargados serían mayores y más sabios que nosotros.
-Nuestros encargados no nos marearían y putearían con el maldito horario de marras.
-Los jefes de nuestros encargados no nos presionarían para hacer CONCURSOS DE MIERDA y perder tiempo en nuestro trabajo.
-Los clientes serían todos majos, y estarían encantados de tener paciencia con todos nosotros.
-Los clientes no serían unos PUTOS CERDOS. No sólo no tirarían la ropa por todas partes, sino que la dejarían donde la habrían encontrado. Y. Y. No dejarían sus restos de comida por los pasillos.
En nuestro mundo ideal, además....
-Podríamos decirles a los clientes bordes por dónde y de qué manera se pueden meter sus malos modales.
-Podríamos poner un cartel en los cambiadores que diría: "DEJA LA ROPA DONDE ESTABA, O COMPRALA SI TE GUSTA. NO LA TIRES AL SUELO. SUELO=MALO. PERCHAS=BUENAS"
-Podríamos poner un cartel en la puerta que dijese: "SI HAS VENIDO PARA SOLTAR A TUS NIÑOS/BESTIAS, DA MEDIA VUELTA." O, mejor: "PROHIBIDO LA ENTRADA A MENORES SIN CORREA"
-También podríamos poner un cartel en los rails que usamos para colgar la ropa mientras ponemos las alarmas que diría: "DON'T TOUCH MY FREAKING RAIL, LOOK AROUND YOU!THE SAME CLOTHES ARE AROUND YOU!"
Pero no.
No es un mundo ideal.
Esto es Londres y, como en el resto de las tiendas de ropa del mundo, el puñetero cliente siempre tiene la razón.
-Nuyë-
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