Welcome!

Empezamos de Au-Pairs y hemos seguido adelante.
Somos pocas pero nuestras quejas son múltiples.
Que estemos lejos no quiere decir que estemos contentas,a pesar de que somos conscientes de que podría ser mucho peor.
Si no te gusta tu curro pero sabes que encontrarás alguno donde encajar, éste es tu sitio.

viernes, 6 de diciembre de 2013

Las de abajo.

A veces, cuando los clientes me maltratan la inteligencia, en el fondo me alegro.
Pienso, "qué bien, ya tengo motivos para quejarme".
Pero en realidad eso lo pienso después, de camino a casa, porque es que en el momento lo único que se me ocurre es clavarles un tenedor en el ojo y marinarlos con salsa extra extra hot.
Triple extra hot.

Los mejores comensales son, como bien es sabido, aquellas personas que también trabajan cara al público y su meta en la vida es trabajar su jornada laboral para ir a joder a los demás la suya.
Me encantan nuestras vecinas de abajo, las que llevan el puesto de maquillajes y potingues y pijadas. Italianas tenían que ser.Que no...,jaja, pero sí.

Suelen venirse al restaurante con sus mil colegas y novios, piden cientos de cosas que no nos da tiempo a cocinar y encima se ponen tontas con que quieren ver al manager porque la comida no está lista a los cinco minutos de haberla pedido.

Pero a ver, cacho idiota, si tienes prisa, te vas a tu casa y te haces un bocata. Atontada. Que las cremas se te han subido al cerebro. Y si me vuelves a mirar así de altanera, salto la barra y te pongo la cara en el culo, que pa'algo fui a un instituto de gitanos.

Hoooombre ya.
Que tó eso no lo digo, pero lo pienso. Lo pienso muy fuerte y con mucho odio.
Hate a tope.

Y lo mejor es que encima yo sé y ellas saben que van a volver, si es que son tontas.
Pero vale.

Que luego hay gente molona que te dice "excuse me, the tip... can I give it to you instead of leaving in the box?".
O gente que se preocupa y te pide mil disculpas porque sus monstruitos han tirado todas las patatas por el suelo y se ha mezclado todo con fanta y pinturas. Que eso no cambia el hecho de que vas a tener que limpiarlo, pero por lo menos sabes que la gente sufre contigo.
El sufrimiento une mucho.

Por eso sé que algún día, mis colegas y yo vamos a acabar con las del puesto de maquillaje. 
Iremos allí abajo y, bueno, nos volveremos locas.
Probaremos todos los productos y no los compraremos.

Lo sé, soy diabólica.
¿Qué puedo decir? 
Es mi sangre latina, supongo.
Y que estoy muy loca, eso también.


-Nuyë-

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